Hablando de República y de “repúblicos”


Hablando de República y de “repúblicos”
Era el año 211 antes de Cristo y la Segunda Guerra Púnica llevaba ya seis años. Aníbal había cruzado los Alpes y derrotado a los romanos. Guerreaban en Italia, España y las islas, y estaban tan empatados como extenuados.
Aunque el tesoro de Roma estaba exhausto la República necesitaba equipar una nueva flota y pagar a los remeros. Los cónsules publicaron un decreto disponiendo que los particulares solventasen paga y víveres por treinta días, como ya se había hecho otras veces.
Tito Livio cuenta que “no les quedaba más que la tierra desnuda y devastada . . . las casas las había quemado el enemigo, los esclavos que cultivaban la tierra se los había llevado el Estado” para la guerra. Las protestas proliferaban y los cónsules no podían calmarlas ni con recriminaciones ni con buenas palabras. No había aportes y convocaron al Senado.
El cónsul Levino tomó la palabra y dijo que así como los cónsules, los senadores y los patricios eran superiores al pueblo y a los plebeyos, así también debían ser los primeros en soportar las cargas pesadas y desagradables. “Si pretendes imponer algo a un inferior, los tendrás a todos dispuestos a obedecer si primero tú te impones esa obligación a ti mismo y a los tuyos. Un impuesto no resulta gravoso cuando los demás ven que todos los principales cargan con una parte del mismo mayor de la que corresponde por individuo. Si queremos que Roma tenga flotas y las equipe, y que los particulares aporten remeros sin protestar, impongámonos primero nosotros esa obligación. Llevemos mañana al tesoro público todo nuestro oro, plata y bronce acuñado . . . . Éste es el único camino . . . seguidlo y que los dioses nos ayuden. Un estado sólido preserva también fácilmente las propiedades privadas; abandonando lo que es de todos, en vano tratas de conservar lo tuyo.”
Y eso fue lo que hicieron. Pero los que por aquí se llenan la boca con la República no tienen aquélla actitud, y el Dr. Mariano Grondona no siempre nos contaba esa parte de Tito Livio, que sin embargo está en el libro XXIV de la tercera década.

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