Primos pobres y oligarquía
Primos pobres y oligarquía
Jauretche contaba que la oligarquía, si se sentía amenazada
por los avances populares –como cuando el yrigoyenismo, como cuando el
peronismo- se acordaba de sus primos pobres y volvía a invitarlos a fiestas,
bautismos, cumpleaños, casamientos y velorios.
Éstos se entusiasmaban con que volvieran a acordarse de ellos
esos ricos que los tenían olvidados desde hacía tiempo,
que les rehuían y trataban de ocultar su parentesco con unos rezagados que les
venían a pedir plata, vinculaciones o un puestito para sus hijos.
Los segundones
se prestaban entonces a colaborar con la oligarquía, adoptaban sus odios contra
la plebe amenazante y volvían a sentirse importantes haciendo de comparsa y de
claque a sus parientes afortunados.
Caídos los
tiranos y pasado el peligro de la chusma se termina la fiesta, y como en la
calle aquella de Serrat vuelven “la zorra rica al rosal, la zorra pobre al
portal, y el avaro a las divisas”.
Los oligarcas
se los sacan de encima, y los vuelven a sus cuchas con el rabo entre las
piernas, sin aprender nada.
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