Zoológicas


Zoológicas
Pececitos
Una investigación de biólogos del CONICET señalaría que muchos dirigentes de la política argentina tienen patrones de conducta propias de un cardumen, sin llegar a niveles de asociación más complejos como las manadas de mamíferos superiores o las bandadas de aves. Sin que haya una razón evidente o un liderazgo visible, todos a un tiempo adoptan exactamente un mismo curso de acción. No es que sean unos pescados, claro.
Pájaros de cuenta
El honestismo político, como falsa bandera que oculta los conflictos de intereses y los problemas de fondo, encuentra su grotesca confesión de falacia golpista en los sucesos de Brasil.
Como en todo mito, los cultores de esa leyenda fabricada a designio para analfabetos políticos seguirán incólumes en su presunción de sabiduría. El honestismo nada tiene que ver con la honradez personal de los que la profieren ni con la buena administración de la cosa pública. Es un espantapájaros para alborotar pájaros bobos.
Como vaca empantanada
Cantaban "piquetes cacerolas la lucha es una sola" en tiempos de retención y licuación de depósitos bancarios. Por primera vez estaban con los pobres y los negros en marchas y protestas, y se sentían como en la revolución francesa.
Son la grasa de la leche blanca de la oligarquía, aquellos a los que no les avisaron que había que sacar la plata afuera, porque no tenían tanta como para que la operación fuera rentable para los que la ofrecían. Mucho trotskista entusiasta y mucho nac&pop ideologista los creyó sinceros, y se comió el amague de su arrepentimiento y toma de conciencia en las asambleas del 2001-2002. Como la vaca empantanada, apenas salidos del barro volvieron a su absurda soberbia clasista de doña Florinda de conventillo.
Hay quien se enoja y dice que sobran boludos, y es cierto. Pero también lo es que nuestro destino sólo podrá realizarse cuando logremos persuadir de manera firme y estable una amplia mayoría que deje sin masa de maniobras a la oligarquía vendepatria. Algunas veces se ha logrado, y ésos han sido los mejores momentos de los argentinos y los que más dignidad internacional le han dado al país.
Conviene tener presente la reflexión del gran Mao Tse Tung sobre la burguesía nacional, en tiempos de la guerra de liberación y el frente unido anti-japonés: “cuando nos unimos no olvidar que va a traicionar, y cuando traiciona no olvidar que nos vamos a tener que volver a unir”.
Gatos y gorilas a paso de cangrejo
La decisión política tendría que nutrirse de reflexión, razonamiento, medida, comparación y valoraciones, sin dejarse arrastrar o confundir por pasiones y sentimientos. La naturaleza humana no permite prescindir de sentimientos, pero esos sentimientos deben acompañar y revestir la decisión razonada que se tome, y no negarla, sustituirla, nublarla o torcerla.
Imagino una jauría de invitados al almuerzo más famoso de televisión. Imagino el escenario de simulación aristocrática donde quienes representan a invitados y dueños de casa despliegan con ademán canchero su despectiva prepotencia. Imagino la crónica y el tratamiento periodístico que perpetrarían ante un caso emblemático, el de Las brujas de Salem, ya fuera sobre la propia locura y condenas  del siglo XVII, como sobre la obra de Arthur Miller y el maccarthismo. Imagino una nueva evocación de las furias para atizar por tercera vez el fuego de la tragedia.
En la teatralización propagandista ese periodismo se exhibe como gente superior, objetiva y racional, pero promueve linchamientos por TV, segrega odio e intolerancia, construye climas de insatisfacción y de angustia; define, señala y estigmatiza enemigos. No juzga ni acusa; ataca, grita y condena. Miente a sabiendas. Es una nueva iglesia dogmática construyendo otro tiempo de excomunión y combate a la herejía. Son pregoneros de una renovada Inquisición que alimenta las hogueras.
Lo deseable sería que cada uno pensara por sí y no por lo que le quieren inducir a pensar. Que esté dispuesto a recibir críticas y tener que buscar, exhibir y sostener argumentos sobre lo que dice. Pero mucha gente habla porque tiene boca y repite sin darse cuenta. Y suele actuar -por comodidad, por prejuicio o por odio- sin razonar, sin comparar, sin recordar, a puro sentimiento.
Hay otra forma de crítica perniciosa, que se sostiene a sí misma ante refutaciones inapelables, y que apela a un último fundamento: la intención oculta. No importa que el gobierno no lo dijera, no importa que no hubiera evidencia visible para sostener la crítica, “se sabe que es la intención oculta del gobierno”. La reelección monárquica de Cristina o el asesinato de Nisman fueron creaciones míticas, de leyenda, forjadas para demostrar una conclusión ya profesada desde el principio. Si YPF o Aerolíneas se recuperan no es sino para robarlas, si se despliega una política anti-devaluatoria, es para hacer negocio, aunque nada lo evidencie y el negocio lo hagan, a poco de andar, los devaluadores, que son los mismos denunciadores. ¿Cómo discutir contra semejante sagacidad que adivina las intenciones del enemigo, las tenga o no las tenga por dentro?  
Hablando de otra cosa Unamuno señalaba lo que sigue.
“El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se haya dicho que es un animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el cangrejo resuelva ecuaciones de segundo grado.”
Muchas de las críticas sufridas por los gobiernos kirchneristas eran de aquel cariz, lo que resulta muy malo. Por un lado porque esos gobiernos tenía cosas para ser criticadas, pero aquellas críticas en vez de apuntar a corregir problemas buscaban derrumbarlo. El objetivo no era corregir lo malo sino destruir lo bueno. Con eso el crítico resentido o incauto no gana nada, y el país tampoco. Sólo se prepara el camino para restaurar los males superados, desandando los avances, fin último de los pica-sesos que sí saben lo que quieren aunque no lo digan.
Por otro lado aquel tipo de críticas -playas, necias, maliciosas, que ponen todo en blanco y negro, que provienen de gentes que nunca cuidaron lo que exigen- nos lleva a nosotros mismos a cerrar filas a la defensiva, a sostener nuestra propia postura sin matices, restando fuerzas para la construcción de mejores futuros.
"Cada vez que quiero dejar de ser peronista los gorilas me lo impiden", decía un amigo.


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